La semana pasada el aclamado (por algunos) presentador cristiano de The 700 Show nos sorprendió con unas declaraciones bastante inapropiadas. Cuando la mayoría de personas alrededor del mundo nos frotábamos los ojos ante el desastre ocurrido en uno de los países más pobres de occidente, Pat Robertson nos ofrecía su interpretación teológica de la catástrofe en una televisión supuestamente cristiana (Christian Broadcasting Network). Según el citado personaje, el terremoto que ha destruido las vidas de tantos habitantes de Haití fue un castigo divino como consecuencia del pacto que dicho país hizo con Satanás hace mucho tiempo en una ceremonia religiosa para librarse del poder imperialista francés. Es decir que como consecuencia de una ceremonia vudú realizada por unos esclavos a finales del siglo XVIII desafiando a sus amos cristianos, Dios había decidido matar algunos bebés desnutridos 200 años después. No es la primera vez que algún líder cristiano realiza declaraciones que claman al cielo en momentos de desastres naturales. La ira de Dios ha sido utilizada en numerosas ocasiones por líderes religiosos para explicar, por ejemplo, el huracán Katrina, las inundaciones de Gran Bretaña, la crisis económica o los atentados terroristas. ¿Que una ciudad es inundada por las aguas que han caído el fin de semana? Esto es un castigo de Dios por haber aprobado una ley a favor del aborto. ¿Que un huracán arrasa una ciudad? Dios ha derramado su ira contra los homosexuales que habitan sus calles. ¿Que un tsunami ha matado a cientos de personas? Eso ha sido un juicio de Dios contra el mundo por los avances en el uso de células madre. (Irónicamente, estas mismas personas suelen echar por tierra ideas acerca del calentamiento global como invenciones que los científicos usan para manipularnos.) No importa que hayamos descubierto en muchos casos las razones naturales que explican las probabilidades de que dichos desastres ocurran en algunos países. De alguna forma parece que muchas personas religiosas no suelen conformarse con explicaciones naturalistas a la hora de explicar lo que sucede a su alrededor; siempre suele ser necesario invocar el poder de Dios para explicar tanto lo bueno como lo malo que ocurre en sus vidas y las de los demás. Declaraciones como estas no serían preocupantes si aparecieran únicamente en labios de unos pocos ignorantes. Sin embargo lo verdaderamente triste es que el número de personas que se lanzan a realizar juicios de este tipo es demasiado alto. En mis años de creyente tanto en España como en el Reino Unido he escuchado en más de una ocasión comentarios que caen de lleno en la categoría que yo llamo "teología de Pat". Hace un tiempo escuché cómo un profesor de seminario explicaba el hecho de que un pastor hubiera tenido que dejar su pastorado utilizando el siguiente argumento: "Cuando un pastor tiene una teología que no es la correcta, eso se acaba notando y al final Dios le quita de la posición de liderazgo que ocupa". Esto mismo he escuchado en algunas ocasiones aplicado a distintas circunstancias: "el desastre económico que sufre nuestro país es un castigo de Dios como consecuencia del apoyo que nuestro gobierno ha dado al aborto y la eutanasia", "ese cáncer que tienes es un mensaje de Dios para que dejes de decir lo que dices", "tu hijo falleció porque entendió mal el propósito divino y escogió el camino equivocado", "has acabado sin iglesia porque Dios no acepta algunas de las ideas que mantienes", "no encuentras trabajo porque vives en pecado", etcétera. Cada vez que escucho algunas de estas afirmaciones me crujen las neuronas, no sólo porque hace falta tener poco tacto y amor cristiano para soltarlas en los momentos en los que se suelen soltar, sino porque la teología que habita detrás de ellas no pertenece al Dios de la Biblia. Al menos no al Dios que yo encuentro en las Escrituras. Para algunas personas es como si el libro de Job no hubiera sido escrito nunca. Es como si Jesús hubiera venido a este mundo a hacernos entender que el Dios de Abraham y Jacob es uno que castiga a los hijos por los pecados de los padres, un Dios que lanza su ira a diestra y siniestra sin importar sobre quién vaya a caer. Para estas personas es como si a nuestra pregunta: "Maestro, maestro… ¿quién pecó para que ese sea ciego: él o su padre?", Jesús fuera a responder: "Su padre, querido hijo… su padre". El Jesús que estas personas predican no se parece al que estamos acostumbrados a leer en los evangelios. Al menos no se parece nada al que encuentro yo. Me pregunto cuántos sueltan un ¡Amén! cuando escuchan a Pat decir esas majaderías. Alguno tiene que haber por ahí… quizá más cerca de lo que podemos imaginar… |
Crer não é sinônimo de não pensar. Crer implica em pensar, em relacionar fé com a realidade, questionando uma a partir da outra. O conteúdo são pensamentos às vezes rápidos, em elaboração; outros, já mais elaborados. Ambos buscando provocar discussão e reposicionamentos, partindo sempre da confissão de fé protestante. Os artigos classificados como "originais" podem ser reproduzidos desde que com a menção da fonte e autoria. Ano V
terça-feira, 19 de janeiro de 2010
Haití y el dios de Pat
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